viernes, 2 de abril de 2010

...

Las palabras no son talle ni medida

Para darle a los espacios la pulsión de las heridas.


Para eso está la música sagrada

Que acrecienta el sueño atroz de la poesía

Y el trueno de la voz de Schopenhauer

Impera convertido en otra clave.


Oh pensamiento difuso

Trágate el suelo en que hundes

Toda la faz de las cosas.


Oh pensamiento indeciso

Muérete o vive en los cardos.


Surja la música vana!

Surja siniestra y hermosa!

Que el mundo parezca una rosa

Y el hombre una dulce campana.


El tiempo se vuelve celeste

Resopla su nieve bastarda

Más todo concluye y lo inerte

Se vuelve materia constante.


Al caos le doy notas de sangre

De cuerdas que fueron rasgadas

Por muertes y soles gigantes.

No hay comentarios: