miércoles, 20 de agosto de 2008

Disculpas del inocente.

Disculpas si el candor los ha rozado
por no ser herramienta
abyecta como el hacha.

Disculpas por mi amor a la poesía
Diculpas por mi fiel melancolía

Los niños jugaron al puño y el rostro
y yo fui mas rostro que nada
Los niños juzgaron al pájaro herido
y yo fuí las alas desiertas.

Luego en la selva
la ciudad enmudeció
en terrores.

El hampa desbordaba sus señales
haciendo mella en todas las palabras
y una bala rasante
clavó su plomo aberrante
en la luz de los primeros inocentes.

Después la profunda tristeza
despedazando el silencio.

Después un baile etéreo de la muerte
acompasando el latir de los hombres.
Por mano propia o
por extranjera
acuchillando el pecho
hasta el dolor eterno.

Y así los inocentes
rezando a los cielos
buscando a dios
o al diablo
en cruces olvidadas
por el mundo.

1 comentario:

Carola Fernández Parri dijo...

me gustaron mucho estas lineas, sobre todo las últimas, cruces olvidadas...
y no es que busque verdades en la poesía, como propusiera Heidegger, más
no tan olvidadas, nuevas religiones funden piedras nuevas, y nuevas armas nos forjamos hoy contra nosotros mismos
tampoco pesimismo, ni nostalgia, Razón también trajo dolores
una leviana alegría al descubrir algo, un apequeñez.
muy lindo el espacio.